Los orígenes del Tarot son tan misteriosos y fascinantes
como la misma disciplina. Existen una gran variedad de teorías al respecto.
Hemos tratado de recoger en este artículo algunas de las más estudiadas.
La opinión más extendida es que el tarot tiene un origen
egipcio. Se relaciona el tarot con el Libro de Toth o libro de la Vida. Según
el estudioso del tarot Stuart R. Kaplan, la gran pirámide tiene en su interior
un pasillo que conduce por debajo y a través de las patas de la esfinge, a un
templo de iniciación egipcia. A lo largo de las paredes de este templo hay
tablas como posters de las cartas del Tarot, en un total de 108. De estas
nosotros conocemos 78, el tarot esotérico. Algunas corrientes creen que los
gitanos introdujeron esta disciplina desde Egipto a Europa.
Otros estudiosos creen que el origen del Tarot se produce en
China. Parece ser que existe constancia escrita de que allá por el año 1120 se
le mostró al Emperador de China un juego de 32 láminas de marfil que contenían
dibujos relacionados con conceptos comparables a los de los arcanos mayores,
que más tarde se realizarían en otros tipos de soportes como hueso o papel.
Siguiendo en Asia, es sabido que en la India hace siglos que
utilizan barajas de cartas, aunque éstas tienen unas características propias.
Consisten en 10 series de 12 cartas, 10 de estas numerales y 2 figuras (el rey
y el visir). Sin embargo, no aparecen los arcanos Mayores y seguramente el uso
es posterior al uso de las cartas en Europa.
Por último, hay teorías que sostienen que el tarot tiene su
origen en la Europa de la Edad Media. Se piensa que en un principio el tarot
tenía una función pedagógica para educar en la virtud a los niños. Poco a poco
se fue popularizando y extendiéndose por la sociedad como un juego de carácter
lúdico. Con la inquisición y sus prohibiciones paganas, las imágenes fueron
ganando un carácter simbólico y dotándose de un contenido esotérico que había
que conservar y mantener oculto de alguna manera, y el soporte elegido fue el
tarot.