Uno de los misterios más recientes de los últimos tiempos es aquel que se encuentra relacionado con el peso del alma. Se dice que ésta pesa 21 gramos y que, una vez pasamos a la otra vida, el alma abandona el cuerpo y pesa 21 gramos menos. Vamos a averiguar en qué consiste este misterio.
La Creencia del Peso del Alma
La gran mayoría (si no todas) las religiones del mundo creen en la existencia del alma o el espíritu de las personas. Por decirlo de algún modo, consideran que cuerpo y alma no tienen que ir ligadas, sino que se trata de dos entes totalmente separados que tienen su propio valor sin necesidad de estar juntos, aunque es cuando están juntos cuando adquieren una mayor importancia.
Según numerosas religiones, el alma es un elemento inmortal que forma al cuerpo y que, junto con él, construye la esencia del hombre. Platón consideraba que el alma se encontraba encerrada en la prisión de un cuerpo. En cambio Aristóteles lo entendió como una realidad que posee potencialmente vida.
Las religiones consideran que es ésta alma la que pasa a una mejor vida cuando abandona el cuerpo que la mantiene enjaulada. Esta aceptación es la que ha llevado a numerosos expertos a intentar demostrar, de forma empírica, que existe un alma que se desliga de nuestro cuerpo.
De todas las personas que intentaron resolver el misterio del peso del alma, únicamente el físico Duncan MacDougall ha pasado a la historia por sus investigaciones. Consideraba que el alma debía ser algo material. Llegó a la conclusión de que debía tener un peso y debía haber un modo de medirlo. Fue entonces cuando llegó a la conclusión de que había que esperar al momento exacto de la muerte para pesar el cuerpo y considerar cuánto había perdido.
Experimentos del Peso del Alma
Para conseguir medir algo con un peso tan insignificante como es el peso del alma, MacDougall llegó a la conclusión de que necesitaba crear algo que tuviera la precisión perfecta para conseguirlo. Por ello, creó una cama con una precisión de centésimas. Se trasladó entonces a un geriátrico y probó a pesar a varios ancianos en el momento de la muerte. Se descubrió entonces que estas personas perdían peso según se iban muriendo.
Los experimentos llevados a cabo por el doctor MacDougall demostraron con creces lo que las personas con dones sobrenaturales llevaban tiempo diciendo. Numerosos clarividentes, médiums y personas con una increíble percepción extrasensorial han sido testigos durante numerosos años de cómo el alma abandona el cuerpo de las personas en determinados momentos. Básicamente es como el abandono del vehículo que ya no necesitamos.
Pero las teorías esotéricas aseguran que lo que las personas pierden no es exactamente el alma. Ésta no tiene peso y no puede medirse pero sí puede medirse el cuerpo etérico, que es considerado como el primer cuerpo no físico que abandona el cuerpo físico cuando este no puede más. Este cuerpo etérico todavía pertenece al plano físico y, al fallecer la persona, se libera y se desconecta junto con otros cuerpos sutiles. De ahí la disminución de peso.
